Se están publicando multitud de estudios de muy diversa calidad científica, centrados en diferentes estrategias y dianas terapéuticas, sin que hasta la actualidad existan tratamientos de elección que puedan ser claramente recomendados con un nivel de evidencia suficiente6. En esta pandemia todos los clínicos, en cualquier nivel asistencial, nos hemos encontrado a veces desbordados, al tener que asistir a múltiples casos de extrema gravedad, en muchas ocasiones con pacientes no candidatos a medidas extraordinarias, con un arsenal terapéutico con evidencia científica cuestionable y, durante un tiempo, sin disponibilidad de ensayos clínicos en fase de reclutamiento. La indicación de los tratamientos administrados a pacientes en situación crítica, en muchos casos se ha justificado como uso compasivo, sin el aval de los datos y aceptando importantes niveles de incertidumbre.